Palma del Río, nuestra ciudad, enclavada entre los valles del Guadalquivir y Genil tiene como fuente de patrimonio adicional su flora. En la medida que sintamos curiosidad por ella y la conozcamos, le tendremos mucho mayor respeto y sabremos lo que nos dañamos a nosotros mismos si no la cuidamos lo suficiente.
La fotografía que acompaña a este artículo, de Antonio Gamero, fue tomada en los inicios del verano de 1967. Se aprecia la glorieta frente a la muralla, hoy denominada parque Adolfo Suárez, en un estado espectacular de floración y mantenimiento. Ese esplendor se debía sin duda al trabajo constante y casi invisible de los jardineros municipales palmeños.
Se contempla un jardín cuya estructura era de aromáticas y evónimos podados en seto bajo. En primer plano hay un macizo de Senecio cineraria, gamucita en el lenguaje palmeño, y asomando una yuca con su penacho de flores. Detrás hay rosales y un macizo de Antirrhinum majus llamados en Palma conejitos o boquitas de pez, muy coloridos. En la muralla hay espectaculares rosales trepadores y conos de tuya en poda topiaria.
Palma del Río fue premiada en 1965 como pueblo limpio y por el embellecimiento de sus monumentos históricos. Vaya desde aquí nuestro recuerdo para los trabajadores municipales que realizaban esta tarea y nos sirva de ejemplo para conseguir muchos más vergeles en rincones de nuestra querida ciudad.
Fotografía de Antonio Gamero

Blanca Gamero Almenara es ateneísta, licenciada en Veterinaria por la Universidad de Córdoba, técnica en Higiene Medioambiental, y cursó estudios de dibujo y pintura en la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria.